Hay algo en lo que no creo y no me gusta perpetuar es en los estereotipos y en los clichés. Porque los viajes son especialistas en sacarlos de tu vida diaria, prefiero evitarlos cuando es posible, pero hay veces en que es inevitable.
Hay algo que sucede con ciertos lugares en los que las experiencias de muchos terminan siendo similares y se repiten historias muy parecidas entre los viajeros.
*Prepara tu café que este post se viene largo y profundo
India era para mí el destino soñado desde siempre.
Era el destino más soñado, pero más temido a la vez.
Todas las referencias que tenía con respecto a India eran de viajeros con estilos y gustos muy similares a los míos y me hacían pensar que mi viaje a ese país sería una experiencia horrorosa y traumática.
Tengo que ser honesta con ustedes: Llegué a India preparada para lo peor.
Para agregar a la ecuación, además de mis miedos, la ciudad de llegada fue Calcuta, que a primera impresión no es necesariamente la ciudad más hermosa y amable del país.
Viajar a India sola estaba en mi agenda desde pequeña.
Cuando tenía 18 años pensé en dedicarme a ser instructora de Yoga para siempre, practicaba a dos horas diarias, meditaba y estudiaba todo lo que tuviera relación con India o con Yoga. Incluso estudiaba sánscrito y sabía exactamente que ciudades quería conocer en India y en qué fechas ir, para no perderme ninguna festividad o evento importante.
Con los años, entre los estudios y el trabajo ese sueño fue quedando cada vez más al fondo del baúl de sueños viajeros, por lo que ese plan de viajes también fue quedando olvidado.
El día que tuve en mi pasaporte el sticker de la visa a India en Bangkok sentía escalofríos en todo el cuerpo, a pesar de los húmedos 36º que hacían en esa zona de Tailandia en ese momento.
Significaba que finalmente iba a cumplir mi mayor sueño, pero también que tenía que enfrentarme al que era mi mayor desafío viajero hasta ese momento.
El comienzo de mi viaje a India
La bienvenida a Calcuta fue como un huracán en todo mi ser.
Estaba en el taxi que me llevaría a casa del couchsurfer que me recibiría y me había dado todos los detalles posibles para que llegara bien a casa. Lo más importante era esperar a que fuera de día y tomar solamente los taxis oficiales del aeropuerto.
Una vez sentada en ese antiguo auto amarillo comenzó la aventura. Menos mal eran las 5 de la mañana y había poca gente en la calle, pero sentía que en cualquier segundo podíamos morir.
Así fueron mis primeros 30 minutos en India, los que sentí han sido unos de los más largos e intensos de la vida…pero a la vez los más entretenidos.
Viajar a India en verano fue la peor y la mejor decisión a la vez.
India es el país en que todo se exacerba y parece ser más: el calor, la humedad, el ruido, la gente, los olores, los colores y…TODO parece ser más intenso que en cualquier otro país.
Vivir con 50º todos los días fue difícil para una que está acostumbrada a sentir máximo 38º en su país.
Me tomó 3 semanas aclimatarme físicamente al calor, pero sobre todo, me tomó tres semanas aclimatarme emocionalmente y darme cuenta de que sí quería seguir conociendo ese país tan enigmático para mí.
Como llegué sin ningún plan y sólo con un pasaje de ida, decidí hacer un viaje orgánico, sin rutas ni planes definidos y fluir.
Sabía que sería la única manera de conocer y de disfrutar el país que para muchos significa una experiencia de viaje muy complicada.
Viajar en verano fue una buena decisión finalmente, porque había mucha menos gente moviéndose y viajando, por lo que me fue muy fácil hacer ese viaje espontáneo. Por ejemplo, podía ir a la estación de tren y comprar un pasaje para el día siguiente sin tener que esperar horas o días para conseguir uno.
Claro que conseguir ese pasaje en tren fue fácil para mí porque viajaba siempre en Clase Sleeper, que es una de las más baratas.
Viajar en tren era mi parte favorita del día, hacía amigos, veía los campos y sacaba fotos durante horas…incluso ir al baño (en el suelo) era una aventura.
A pesar de que la recomendación para las mujeres es viajar en la última butaca de arriba yo siempre lo hacía en la inferior, cerca de la ventana.
Esa decisión la tomé después de la primera vez que hice caso a comprar la butaca de arriba y desperté en la noche y miré hacia la contigua separada por una reja y casi llego al suelo en un segundo: tenía la cara de un hombre mirándome fijamente (¡quizás por cuánto tiempo!) y muy cerca mío, después de esa escena decidí viajar siempre abajo.
En la noche mi mochila pequeña era mi almohada y la cubría con un pañuelo para hacerla más confortable.
Llegaba cubierta de tierra, sudada y agotada a destino, porque esa clase no lleva vidrios en las ventanas, entonces todo es una mezcla de todos al final del día. Pero una mezcla llena de vida, de energía que me hacía sentir viva.
Y es que India es así, pura energía…intensa, simple, cautivadora.
Como muchos dicen, a India “o la amas o la odias”.
…Y yo me enamoré profundamente
Como un viaje puede cambiar tu vida
¿Cuántos días tienes la oportunidad de sólo sentarte a observar el atardecer?
¿Cuántas veces puedes decidir desconectar tu celular y no realizar ninguna llamada por días?
Tengo muy claro que hay distintos estilos de viaje y considero que no hay ninguno mejor que otro, pero la posibilidad de vivir un viaje como experiencia de transformación y de conexión consigo mismo es mi manera favorita de viajar.
Quizás la experiencia más valiosa que un viaje puede ofrecerte es la oportunidad de experimentar el mundo tal cual como tú eres.
Viajando puedes hacer cambios radicales en tu rutina diaria que facilitan en realizar cambios en la manera de pensar, enfrentar y de ver la vida.
Cuando partí mi viaje a India estaba en un momento de mucha incertidumbre en mi vida. Sabía que necesitaba urgentemente hacer un cambio pero no sabía muy bien que significaba ese cambio.
Si, probablemente vas a decir que esta historia es repetida, en la más Comer, Rezar, Amar….y tal vez sí, pero es mi historia. Es ahí donde entra el cliché, en el contarte que un viaje a India cambió mi manera de ver y de vivir mi vida, que después de ese viaje ya todo sería distinto.
Durante muchos años había estado intentando llevar una vida “normal” para los parámetros de muchas personas, menos los míos.
Estuve inmersa en trabajos que odiaba sólo para generar dinero y poder seguir pagando mis viajes que se estaban volviendo cada vez más lejanos, porque el estar inmersa en la rutina más el aburrimiento a mi me vuelve muy consumista y mis ahorros fueron volviéndose cada vez menores y los gastos más altos.
En vez de ahorrar iba de compras por cosas que no necesitaba para llenar el tremendo vacío que sentía por dentro. En medio de la rutina y de intentar hacer una vida que hacía felices a otros me había perdido a mí misma.
Al llegar a India estaba en medio de una crisis que llevaba años, en la que luchaba cada día por reconectar conmigo y por fin saber qué era lo que realmente quería hacer.
Estando en India decidí que iba a hacer lo que fuera necesario para reencontrarme conmigo misma, que el momento de irme sería cuando tuviera claro qué es lo que me movía en ese momento y qué era lo que quería hacer con mi vida en los próximos años.
Era la primera vez en que me estaba dejando llevar de esa manera por la vida, por la ruta, por mis gustos y por mis sentimientos.
Partí con una lista de libros en mi laptop de psicología, coaching e incluso de la Ley de Atracción buscando inspiración y sobre todo, buscando respuestas.
La pregunta que marcaría los siguientes meses fue ésta:
Si pudieras hacer con tu vida lo que quisieras, sin importar el tiempo, la edad, el dinero…¿Qué harías?
Cuando quise responder esta pregunta que suena tan simple me quedé congelada y sin respuesta.
Pero esa respuesta no llegó sino hasta meses después…no tenía la claridad para responderla y descubrí que me había pasado algo muy triste, simplemente había perdido la conexión con mis ideales y sueños, que cuando era más chica eran muchísimos.
Para ser honesta, los primeros día en India fueron terribles para mí.
Sufría con el calor, con el ruido, con la gente que se cruzaba en mi camino, con la comida que había decepcionantemente no tan picante como pensaba, con cada salida a la calle que era un esfuerzo gigante y nuevamente, con el calor.
Sentía que el aire que respiraba sentía me quemaba la nariz, incluso durante la noche.
Pensé que no podría soportar tanto calor, pero tenemos una tremenda capacidad como seres humanos, es la capacidad de adaptación.
A la vez tenía una certeza de que tenía que extender ese viaje lo máximo posible, era necesario y tenía que encontrar la manera además, de disfrutarlo. Fue ahí cuando recordé que desde hacía años que estaba intentando asistir a un retiro de meditación, de esos que haces aislado y en completo silencio.
Nunca lo había concretado porque siempre había alguna excusa, ¡pero ahora no tenía ninguna! Tenía todo el tiempo del mundo para hacer todas las cosas que siempre había evitado por falta de tiempo.
Me inscribí en Bodhgaya porque el centro supuestamente tendría aire acondicionado, pero mi estadía serían 10 días de sudor incesante, que tomé como parte del desafío.
Puedes leer más detalles de esa historia en éste artículo.
No sabía que el simple hecho de retirarme por 10 días, en completo silencio sería el catalizador más grande de cambio que viviría hasta hoy (después de un accidente en auto que casi me quita a vida).
Estar solamente en contacto contigo durante las 24 horas es una experiencia que me aterraba y pensaba incluso podía volverme loca. Pero fue el mejor regalo que pude darme en ese momento.
Durante esos diez días sucedió la magia que tanto esperaba: recuperé la conexión con mi alma, con mis sueños y con mis pasiones. Poco a poco, cada día se me venían ideas a la cabeza de una certeza que jamás antes sentí y de pronto sabía exactamente lo que quería hacer (y también lo que no).
Luego de este retiro, que ha sido una de las experiencias más duras de mi vida, mi viaje por India fue otro. Comencé a disfrutar de cada instante y a jugar con las cosas que no me gustaban.
Pasadas las primeras semanas en India el calor ya no se sentía tan terrible y podía salir a la ciudad sin sufrir tanto.
De pronto el ruido y la gente me parecían más simpáticos y escuchaba canciones en mi cabeza con el ruido de las bocinas de los taxis, buses y tuctucs
El viaje que pensé duraría 15 días se transformó en uno de 4 meses. Los cuatro meses más intensos pero más recordados de mis viajes, porque luego de estos cuatro meses mi vida cambiaría por completo.
Cuidado:
Tu vida después de un viaje de éste tipo ya no será la misma de antes
Estas experiencias que la mayoría de las veces sólo suceden viajando son las que muchas veces nos cambian la vida.
Cambian tu forma de ver y de sentir el mundo, porque viajando vives el día a día de una manera distinta a lo habitual.
Ya no importa lo que otros digan de ti, porque tu verdad se vuelve tan clara que no necesitarás de las críticas o halagos de otros para sostenerte en pie, tu ya te sostienes por ti mismo.
Posiblemente muchas relaciones ya no tendrán el mismo espacio en tu vida, porque cambiarás muchísimo y además podrás ver con claridad si es que realmente son un aporte para tu vida.
El principal cambio que ocurrió en mi vida fue el tener claro que sólo entregaría mi tiempo y energía a las cosas que tienen alma y corazón.
Cambié tanto que, de ser una Kinesióloga infeliz que trabajaba sólo por dinero, pasé a dedicar mis días a mi mayor pasión que es viajar y expresarme a través del arte, interés que siempre existió pero nunca dejé desarrollarse libremente únicamente por miedo. Miedo a fallar, miedo a equivocarme, miedo a que mi familia no me aceptara, miedo a mostrarme tal cual soy….básicamente por miedo a sufrir.
Hoy día quiero compartir mi experiencia para motivar a otros a salir de su zona de confort y a encontrar su felicidad y su pasión, porque si puedo motivar aunque sea a una persona a perder el miedo de atreverse a cumplir sus sueños, ya es demasiado, aunque suena como algo tan simple en palabras no es lo mismo leerlo que vivirlo.
Lo que más nos impide ser genuinamente felices es el miedo.
Cuando estás fuera de tu zona de confort te ves expuesto al mundo tal cual eres, tienes que reaccionar de manera intuitiva y creer en ti, en lo que piensas y lo que sientes, porque es lo único que te puede mantener seguro.
Al salir de los parámetros de lo establecido y conocido comienzas a actuar sin cuestionarte tanto en lo que pensarán o en lo que esperan de ti, puedes comenzar a fluir y a vivir la vida sin tenerle tanto miedo a sufrir. Como dicen los budistas “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.
Sabiendo que siempre sucederán cosas que no te gusten y que puedes continuar viviendo feliz a pesar de ellas la vida se vuelve más liviana.
La libertad de vivir la vida como un regalo, sabiendo que cambiará constantemente o que puede acabarse en cualquier minuto me ha permitido enfrentar los conflictos de mejor manera. Un problema para mí, hoy significa una oportunidad y un desafío para resolverlo de la manera más inteligente que pueda.
Fue en India que comencé a escribir mis historias en este blog.
India me enseño que todos somos importantes y tenemos la misma intención en la vida: ser felices.
Fue en India que descubrí que nadie me iba a ser feliz, que esa felicidad está solamente en mi interior y lo único que puedo hacer es compartir esa felicidad con otros.
Fue India la que me enseñó que nadie puede hacerme daño si yo no lo permito, que soy una mujer fuerte y que eso no significa ser más que otro.
India me enseñó que puedo hacer mis sueños realidad.
Hoy vivo mi vida más honestamente y soy inmensamente feliz, por eso India siempre será para mí el país que me salvó la vida y tendrá un lugar muy especial en mi corazón viajero.
¿Ya has viajado antes por India? ¿Has tenido una experiencia de cambio durante tus viajes?
¡Tengo las imágenes listas para tu Pinterest!
Que lindo lo que escribiste, la verdad es que me identifico con muchas de tus reflexiones y catalizadores que te llevaron a ir a India. Estoy a punto de embarcarme en esta gran aventura. Me inspiras y me das confianza en mi viaje. Gracias.
Linda! Que tengas un viaje maravilloso e infinitamente enriquecedor.
Un abrazo
hola me llamo juan luis de sevilla, tengo interes en viajar con un grupo de forma humanitaria en noviembre de este año que es la mejor epoca, nuestra intencion es ir a la casa iglesia de maria teresa, pero estamos algo confuso pues no tenemos a nadie que nos guie por aqui, ya que desconocemos aquello, si alguien nos puede ayudar o se quiere apuntar estamos abierto a todo, por favor necesitas ayuda gracias mi tlf 691207137
Yo he aprendido mucho de la naturaleza, me transmite vida, amor, delicadeza, paz, construcción en todos los sentidos, y vivo el día a día ya que el mañana aún no existe, hoy es la oportunidad de mejorar en varios aspectos de nuestras vidas
Hola, la verdad me ha emocionado leer tu relato. Yo me fui de mochila muy joven con 21 años y regresé recién a los 24. Hoy, a los casi 28 siento exactamente lo mismo que describiste cuando decidiste ir a India. Parece que hubiera perdido la conexión conmigo mismo. Y tu relato realmente me conmovió y me hace tomar impulsos para volver a la ruta lo más pronto posible. De hecho me acabo de dar cuenta que hace tres años que no viajo. Muchas gracias. Te mando un abrazo desde Uruguay.
Muchas gracias por tu mensaje Joaquín, me emocionó mucho leerte y que alegría que te haya recordado que no viajas hace tanto tiempo.
La vida rutinaria o miles de razones nos hacen perder contacto con nuestra esencia y es parte de la vida, lo importante creo es reconocerlo cuando es el momento y retomarlo.
Cuéntame cómo te va en tu siguiente viaje!!
Un gran abrazo viajero,
Gloria