Una de las partes que más me gusta de viajar es la maravillosa posibilidad que una experiencia fuera de tu zona de confort puede aportar a tu crecimiento personal.
Siempre intento de sacar el máximo provecho de un viaje, especialmente cuando es un viaje sola, ya que es la mejor manera de no tener muchos distractores para hacer de esa experiencia lo más provechosa posible.
Claramente no cualquier viaje ni cualquier destino serán aptos para un viaje de tipo espiritual y que de sentido a tu vida, pero también es muy cierto que es más bien una cuestión de actitud que de paisaje.
El desplazarse de un lugar a otro nos exige crear una nueva interpretación del mundo que nos rodea, estar más alerta y cambiar un poco nuestra percepción.
Cuando queremos llevar a cabo un viaje que signifique un crecimiento personal deberemos tener esto en cuenta durante las diferentes etapas del viaje: desde que comenzamos a prepararlo, al momento de partir, durante el viaje y también al momento de regresar.
Qué tener en cuenta para realizar un viaje de crecimiento personal
Creo que todos nos hemos cuestionado al menos una vez durante nuestras vidas algunas de éstas preguntas ¿Cuál es mi misión en la vida? ¿Para qué estoy vivo? ¿Qué es lo que debo hacer con mi vida? ¿A qué me dedico? ¿Quiero tener hijos? ¿Creo en Dios? ¿Soy feliz?
Para mí, las veces en que me he hecho estas preguntas han sido innumerables desde que soy muy pequeña y he intentado responderlas de muchas maneras distintas.
Casi todos quienes estamos hoy conectados a internet hemos crecido dentro de un sistema social y familiar muy similar. Hemos crecido en un entorno que nos ha diseñado la vida para poder pertenecer a un sistema muy bien armado y desde pequeños se nos ha formado para pertenecer de la mejor manera a esta sociedad.
Vamos a escuelas durante todo el día sin la necesidad real de permanecer en ellas, más que para poder más tarde soportar largas horas en un trabajo tradicional.
Crecemos siguiendo un plan y un patrón de vida que fue diseñado por otros y muy temprano dejamos de escucharnos a nosotros mismos. Crecemos con miedo a conocernos, a conectarnos con nuestra propia esencia, con nuestros deseos y necesidades, por miedo a que éstos sean diferentes y nos alejen de quienes amamos o quienes nos aman dejen de amarnos por ello.
Dentro de esa desconexión gigantesca con la única persona que deberíamos estar siempre 100% conectados –nosotros mismos- nos vamos perdiendo y sumiendo en una rutina que nos deja aún menos tiempo para hacer algo diferente.
Es por ello que un viaje resulta ser quizás la mejor oportunidad para cambiar nuestra forma de ser y de pensar. Porque estando fuera de tu entorno conocido ya estás más abierto a incorporar nuevos patrones de comportamiento y de pensamiento.
Aprender un idioma o trabajar en otro país significa un reto de vida que te hará confiar más en ti mismo, sentirte más libre y vencer muchos miedos. Incluso el miedo a volar puede ser una razón para irte de viaje cuando trabajas en la superación de ese miedo.
Puedo hablarte desde mi propia experiencia con mucha sinceridad y honestidad. Para mi viajar ha sido lo que más ha aportado a mi crecimiento personal. Porque a pesar de haber leído decenas de libros de filosofía y espiritualidad, de haber visto otros muchos documentales al respecto, haber practicado Yoga y meditación por años, ser terapeuta de Reiki…nada se compara con la profunda experiencia de cambio que me han producido los viajes que he hecho con propósito.
Después de haber perdido la conexión con mi alma, de estar viviendo una vida de forma automatizada entre estudios y trabajo, sin siquiera tener idea de cuáles eran mis sueños, lo único que me permitió conectar nuevamente conmigo misma y recuperar mis sueños fue un viaje de casi dos años.
Lo hice un poco por desesperación, porque ya no quería seguir viviendo una vida que no me hacía feliz. Me hice responsable de mi vida y decidí que haría todo lo necesario para recobrar mis anhelos, en ese momento pensé que escapando del sistema lograría reencontrarme conmigo misma y tenía razón!
El dejarlo todo para hacer ese viaje fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Recobré la conexión conmigo, con mis deseos, con lo que no quería hacer en la vida y sobre todo, recobré el amor por mi persona. Haciendo las cosas que quería, respetando mis tiempos, mis deseos y anhelos recobré la relación más importante de toda mi vida: la relación conmigo misma.
Lo primero para organizar un viaje que de un nuevo significado y mayor sentido a tu vida es tener claro un objetivo.
Y quizás lo más importante es que cuando sientes que necesitas hacer este tipo de viajes escúchate. Tu eres mucho más sabio de lo que reconoces y si lo desea probablemente sea la mejor experiencia para ti en ese momento.
Vivimos con tanto miedo a ser distintos a todos, a expresar nuestra totalidad que muchas veces dejamos de hacer cosas porque pensamos que otros pensarán mal de nosotros, que nunca más encontraremos un trabajo, o una pareja o un grupo de amigos….y en ese miedo es cuando nos perdemos.
De nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas.
Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios otra razón.
En los extravios nos esperan hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse.Eduardo Galeano
Por eso, si sientes el llamado a vivir un viaje con sentido y que te reconecte con tu ser hazlo, organízate e inténtalo, tal vez sea justo lo que necesitas.
Éstas son algunas cosas que pueden ayudarte a vivir un viaje que de sentido a tu vida:
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Programar tiempos a solas
Un viaje de crecimiento personal requiere que te tomes el tiempo para lograr conectar con tu interior, para ello necesitas tiempo a solas y un poco de silencio.
No es lo mismo viajar en un grupo de 50 personas y sin dudas la interacción que tendrás con tu entorno será también muy distinta. La experiencia de estar viajando solo hará aún más intensa la experiencia, pero si no te acomoda un viaje grupal también puede significar un aporte cuando logras tener tiempos para ti.
Aprender a estar solos no sólo es importante para disfrutar un viaje, sino que para vivir mejor nuestra vida. Cuando sabemos disfrutar de nuestra compañía y estamos dispuestos a conocernos profundamente, a amarnos profundamente será cuando podamos relacionarnos con otros de manera más real y mejor.
Una buena idea es agregar un diario donde anotar nuestras experiencias de cada día, los pensamientos que se nos ocurren y cómo vamos viviendo el proceso.
Puedes ocupar esa libreta para realizar distintos ejercicios además:
- Una lista de cosas que aprecio de mi misma
- Una lista diaria de cosas que aprecio y agradezco de mi vida
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Buscar un destino que sea un reto para ti
No es estrictamente necesario ir al otro lado del mundo para experimentar cambios y crecimiento durante un viaje. Es la experiencia y tu predisposición a vivir ese cambio el que hará que éste sea posible.
Un viaje puede ser tan intenso o tan relajado como tú lo quieras y estar en un lugar en donde no conoces a nadie, tampoco su idioma y todo es distinto hace que sea más fácil crear nuevas estrategias para ver las cosas y para reaccionar a la realidad.
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Incluir algunos días cerca de la naturaleza
El poder que tiene la naturaleza para cambiar nuestro estado mental, para calmarnos y para hacernos entrar en nuestros sentimientos y pensamientos es reconocido por todos.
En casi cualquier lugar del mundo en que te encuentres podrás encontrar lugares de paz y tranquilidad en una montaña, un río, un parque natural o una playa.
Si no tienes el tiempo o las ganas de pasar varios días en contacto con la naturaleza, al menos una jornada larga caminando, meditando o simplemente disfrutando del entorno cambiará tu estado mental inmediatamente. Incluso cuando no te sientas en tu centro y no logres enfocarte estando en casa, sal a hacer un trekking, si tienes mascotas pasa más tiempo con ellas o con las mascotas de otros y verás como tu energía cambia.
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Pensar en la posibilidad de hacer un retiro guiado de meditación, yoga o alguna otra técnica que te ayude a conectar contigo mismo
No puedo dejar de mencionar lo poderosa de la experiencia de vivir un retiro de cualquier tipo.
Cuando viajas considera ese valioso tiempo libre extra que tendrás para hacer ese curso de Yoga o de meditación que siempre has querido hacer pero que sumido en tu rutina nunca tienes el tiempo necesario.
Yo viví una experiencia maravillosa en India después de hacer un retiro de meditación Vipassana en completo silencio por 10 días. Digo después del retiro porque el tiempo que pasé en él fue uno de los más duros de mi vida, pero lo que logré mejorar a raíz de él cambió completamente mi vida.
Puedes leer más de esa experiencia AQUÍ
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Vive al máximo esa nueva cultura
El estar expuestos a un cultura y a un paisaje diferente al que vivimos todos los días es quizás la razón principal por la cual todos viajamos.
La mayoría no sabemos muy bien por qué lo hacemos pero podemos aprovechar esa oportunidad para trabajar en nuestro sistema de pensamientos, volvernos más tolerantes, aprender a respetar las diferencias y también a ver que hay mucha bondad en este mundo.
Vivir al máximo la cultura local respetando sus costumbres y a su gente será la mejor decisión que tomemos para aprovechar un viaje. Compartir con la gente del lugar, aprender de su cultura, su lenguaje, su comida, su manera de vestir y de relacionarse, sus juegos, etc. hará que nuestra mente inevitablemente se amplíe y vea que existen otras formas de vivir la vida.
Para esto es que comencé a participar de la comunidad viajera más grande en el mundo Couchsurfing, en ella puedes compartir con locales en sus casas, recibir a viajeros en la tuya o encontrarse para compartir experiencias caminando por la ciudad. Los mejores recuerdos de viajes los he vivido con las más de 300 personas con las que he compartido de esta manera, recibiéndolos en mi hogar o cuando ellos me han abierto las puertas de su casa y de su vida.
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Realizar un voluntariado
Al igual que el por qué nunca realizamos ese retiro de meditación que siempre hemos pensado, tampoco tenemos el tiempo para dedicarnos a trabajar ayudando a otros.
El aportar con nuestro tiempo, nuestra experiencia y dar amor a otros es una experiencia muy enriquecedora y mientras viajamos tendremos todo el tiempo disponible para dedicarlo a lo que queramos.
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Date permiso de jugar y de volver a disfrutar como cuando eras niño
Es impresionante lo desconectados de nosotros mismos que podemos legar a estar cuando vivimos una vida rutinaria y basada en lo que otros quieren para nosotros. Muchas veces perdemos esa pasión por la vida, esa chispa que nos mantiene felices y vivos es lo que más deberíamos preservar siempre como lo más sagrado que tenemos.
Viajando tendremos una oportunidad perfecta para dejar salir a nuestro niño interior y aprender nuevamente a amar la vida, a disfrutar de las cosas pequeñas, a recuperar esa capacidad de jugar en todo momento, porque al final la vida nunca es tan dramática ni tan seria como creemos.
Todos tenemos el poder de vivirla como queremos y para eso tenemos que ser capaces de jugar a imaginar un mundo perfecto para nosotros y eso se desarrolla cuando vemos el mundo como cuando éramos niños, libres y sin miedo a lo que los otros piensen de nosotros.
Cuando nos conectamos con nosotros mismos, nos aceptamos al 100% con toda nuestra luz y oscuridad, permitiendonos ser quienes somos y así fluir con la vida. Al fluir y confiar en la vida podemos disfrutarla y darnos permiso a vivir alienados con nuestro propósito de vida.
Te cuento algo muy simple acerca de cómo yo he aplicado esto.
Viajando por un tiempo prolongado me tuve que volver obligatoriamente una minimalista y dejar de comprar recuerdos durante mis viajes. Para mí los recuerdos habitualmente no son artículos decorativos sino ropa, zapatos, pañuelos o cualquier cosa que pueda utilizar.
Estando en India sufrí un poco al no poder comprarme todas las prendas maravillosas que veía porque simplemente no tenía más espacio en mi mochila y lo que hacía era jugar a que iba a comprarme todo lo que quería. Se transformó en un juego que me llevó a visitar fábricas de lámparas y de alfombras, negociar precios por distintas cantidades y a conocer rincones y personas increíbles en las ciudades que visité.
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Aplicar lo aprendido a tu vida diaria
Lejos el mejor aprendizaje de todo esto será llevar a tu vida diaria todo lo aprendido durante el viaje. El viaje en sí no es lo que aportará y cambiará tu vida, sino cómo llevas a tu vida lo vivido durante el viaje.
Después de un viaje claramente el que se fue no es el mismo que regresa, sobre todo en viajes largos y en solitario.
Puedes regresar siendo más responsable de tu propia vida. Ya has vivido lo que significa estar en un ambiente difícil, o habiendo acallado tu mente y luego de escuchar todas las posibles cosas malas que puedes decirte entiendes que ésa es tu mayor responsabilidad. Tomar el control de tus pensamientos y de tu vida
Comenzar a llevar una vida con la mirada del viajero, que se maravilla con cada cosa nueva y es capaz de disfrutar con los pequeños detalles, que disfruta con la incertidumbre en vez de temerle, que ya vivió lo duro de aceptar que no se puede tener el control de todo, que ha aprendido a escucharse y a saber lo que quiere, siguiendo y haciendo caso a su alma que le dice exactamente qué hacer a manera de intuición.
Que puede fluir con la vida y que es más tolerante frente a las personas y situaciones que le suceden diariamente. Aceptando que el cambio es algo positivo y que todo cambia constantemente.
El viaje más espiritual es el que hacemos dentro de nosotros mismos.
Al final la vida misma es el viaje más importante de todos y los viajes físicos sólo nos ayudan a vivir ese gran viaje de la mejor manera posible, mas conectados y mucho más felices.
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No tienes que renunciar a todo para viajar
Estoy totalmente de acuerdo cuando dicen que el viaje más espiritual es el que hacemos nosotros mismos. He tenido la oportunidad de viajar mucho y siempre en un reencuentro. Uno de los lugares más lindos que he visitado: archipielago-los-roques